MI MOMENTO



Hace tiempo que no me acuerdo del cáncer. Las lagunas mentales que me ha dejado la quimioterapia han borrado mi calva, mis dos tetas y mis venas linchadas. 

Los efectos secundarios duran más de lo que esperaba. Menos de lo que quisiera. 
Y aun así, sigo sintiéndome afortunada. 



Tomo dos pastillas. Una para dormir y otra para despertarme. No me avergüenza decirlo. Ni reconocerlo. Ya no. No soy menos fuerte. Ni más débil. Sigo siendo yo. La depresión apareció después del tratamiento. De la quimio, de la mastectomía y la radioterapia. Cuando el cuerpo se relajó y la mente pudo pensar. Asumir. Llorar. Ya no físicamente sino desde la perspectiva emocional. Quiensiempremescucha me preguntó si estaba más nerviosa o más triste: Lloro cada día—le dije–, y yo no soy así. Ya no disfruto con lo que antes me hacía ilusión. Lo he intentado todo para remontar... No me gustan las pastillas—sentencié antes de continuar—pero aun menos estar así. Necesito ayuda. 

Viambtu tiene la mirada almendrada y en sus ojos tan solo encuentro respeto, admiración y confianza. Mutua. La paz se asienta en nuestras manos enlazadas y el equilibrio de dos copas de vino no hacen más que reafirmar lo que sentimos un día de febrero en una plaza de Terrassa. Así me presenté —les explico a un grupo de amigos— le dije que se iba a asustar. Como todos. Como algunos. Yo es que prefiero decirlo todo desde el principio —recuerdo—, así nos ahorramos tiempo. 

—Gracias—le susurro al oído—, por tocar mi cicatriz como si aún estuviese ella...Mi teta. 


Mi cicatriz no es solo física. De hecho es más emocional. No. Tampoco me avergüenza decirlo. Reconocerlo. Nadie me ha acariciado el alma y me había hecho sentir que ahí, donde ya no hay pecho ni pezón ni aureola, puede haber una teta imaginaria. Una emocional. Una que se puede tocar y susurrar y añorar. Una que puede sentir y erguirse y alzarse. Una que podemos soñar. Deben ser los efectos secundarios de estar enamorada. Que me hacen olvidar que soy impar. Debe ser que la imaginación supera a la realidad. Que ya no recuerdo a mi teta de la suerte. La que se fue enferma y me dejó viva. La que renunció a su vida para que siguiera la mía. Deben ser los efectos secundarios de aceptar. Que la única cicatriz que me importa es la que se cura desde dentro. Para que no pueda sentirla fuera. Para que puedan quererme como yo me quiero. Calva de alma. Entera como persona. 


He quedado con mi socia a las ocho y media pasados algunos segundos donde siempre. Ha venido con una de sus toallas preferidas. Yo he cogido la de rayas lila. La bañera llena, con su espuma y sus dos esponjas: La rosa y la amarilla. Això no canviarà—le digo—, les coses que fem juntes,  vull dir. Me escucha con los ojos verdes como platos. He decidido que paso olímpicamente de las etiquetas que marcan el tiempo. Supongo que no es algo que haya cambiado. Aunque soy más consciente de ello. ¿Cuándo se supone que es correcto dar el paso? Para cambiar. De trabajo. De vida. Para hacer aquel viaje. Para ser madre. O separarte. Para casarte. Para no hacerlo. Para dar rienda suelta a tus sentimientos. Para pasar de todo. Para ser consciente. Inconsciente. Responsable y alocada a partes iguales. ¿Cuándo es el m-o-m-e-n-t-o? Me gustaría saber qué significa exactamente: Momento. Ese que utilizamos tanto: ¡Uy,no! Es que ahora no es el momento. Pues mira. Te digo una cosa. Mi momento es ahora. Para todo. Y si me equivoco, será momento de rectificar. De volver a empezar. Pero eso ya lo veremos. Porque no quiero esperar. Ni al momento ni a mañana ni a las vacaciones de agosto predeterminadas. Ni a jubilarme, ni a tenerlo todo (¿qué es tenerlo todo?). 


Tomo dos pastillas. Una para dormir y otra para despertar. 
Duermo escuchando la voz de Viamtu. 
Despierto con las palabras de mi socia: Mama, un minuto más. 
Y así espero seguir haciéndolo. Muchos meses, muchos días, muchos segundos más.
En cada momento. Aquí. Hoy. Ahora. 
Las etiquetas temporales se las regalo a los demás. 

Hace tiempo que no recuerdo cuál fue el mejor momento.
Siempre espero poder vivir uno más.

Feliz día

Comentarios

  1. Hace mucho que te sigo por Instagram pero leerte en el blog es diferente. Me gusta mucho cómo escribes y he de reconocer que tengo pendiente comprarme alguno de tus libros. Ya lo haré.
    Hoy me leí varias de tus entradas y me quedo con lo de vivir más momentos...
    Te mando un gran abrazo Annabel

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  2. Me maravillas Veni te invito a mi blog Que bella que eres
    besos

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