EL ÉXITO



Tengo los ovarios  como dos maracas de cinco kilos colgando de la pelvis. 
Pero sonrío.


Hace relativamente poco que hablo del cáncer en pasado. Del mío. Espero utilizar el mismo tiempo lejano e indefinido en la memoria de quien ya no recuerda para el resto de los bichos. La Doctora de Losbajos me ha dado paso en su consulta de bata blanca. Te veo mejor —me dice mientras señala el potro donde colocas la piernas y ve tu mundo. Respiro. Me relajo. La enfermera de vida ha lubricado el puntero de mi mundo interior previamente. Está un poco frío, advierte la Doctora de Losbajos. Se me encoge el mundo y le cuento cómo me siento: La emociones ya no se pasean por la cuerda floja. Estoy en el centro del equilibrio, concentrada en no perder lo conseguido. Vivo con dolor y convivo con mi historia clínica. No me quejo pero, ¿podría hacerlo?. El cuerpo se ha asentado en algunos kilos. Me duelen mucho los ovarios. ¿No será...algo malo? 

—No —asiente con la mirada fija en mi equilibrio.

La socia me ha confesado que estaba triste porque no se volvería a repetir una presentación del libro como la del otro día. Se ve que le gustó mucho. Le he dicho que lo mejor de la vida dura un segundo y que suele ser único e irrepetible. Ese es el secreto —prosigo— recordarlos,  disfrutarlos y crear nuevos en un presente continuo. 

He quedado con Padremadre sobre las dos para comer. Me debe un ajillo. Unas migas manchegas para los no entendidos. El éxito es bien sencillo. Consiste en saber quién eres. Sentirte libre donde el límite no lo marque el espacio sino tus ganas. La vida no espera, no la esperes tú a ella. El amor sube por las entrañas, enmudece en la garganta pero nunca se calla en la cama. El éxito es bien sencillo. Consiste en unas migas manchegas de quien de conoce, donde te sientes libre de prejuicios, en unos noventa años que no esperan ya nada pero hablan desde la experiencia. 








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